jueves, 31 de enero de 2013

El Futuro


Y sé muy bien que no estarás.
No estarás en la calle,
en el murmullo que brota de noche
de los postes de alumbrado,
ni en el gesto de elegir el menú,
ni en la sonrisa que alivia
los completos de los subtes,
ni en los libros prestados
ni en el hasta mañana.

No estarás en mis sueños,
en el destino original
de mis palabras,
ni en una cifra telefónica estarás
o en el color de un par de guantes
o una blusa.
Me enojaré amor mío,
sin que sea por ti,
y compraré bombones
pero no para ti,
me pararé en la esquina
a la que no vendrás,
y diré las palabras que se dicen
y comeré las cosas que se comen
y soñaré las cosas que se sueñan
y sé muy bien que no estarás,
ni aquí adentro, la cárcel
donde aún te retengo,
ni allí fuera, este río de calles
y de puentes.
No estarás para nada,
no serás ni recuerdo,
y cuando piense en ti
pensaré un pensamiento
que oscuramente
trata de acordarse de ti.



Julio Cortázar

miércoles, 30 de enero de 2013

Viceversa


Tengo miedo de verte 
necesidad de verte 
esperanza de verte 
desazones de verte 

tengo ganas de hallarte 
preocupación de hallarte 
certidumbre de hallarte 
pobres dudas de hallarte 

tengo urgencia de oírte 
alegría de oírte 
buena suerte de oírte 
y temores de oírte 

o sea 
resumiendo 
estoy jodido 
y radiante 
quizá más lo primero 
que lo segundo 
y también 
viceversa.


Mario Benedetti


sábado, 26 de enero de 2013

Donde la Osita habla al Lobo y todo queda dicho para siempre

“Con una voz quebrada, más de una vez me has dicho: “Eres tan joven”. No te equivocabas, pero qué velo te ha impedido ver todos esos años que también yo llevo conmigo, años de una edad mucho mayor que …

- ¡No me hables del tiempo!

Pero sí, hablemos, nosotros que no somos niños; estamos, estamos en el tiempo como en este viaje: dentro. ¿Es que no ves que no hay ya cuatro ni tres ni dos tiempos?

Tantas veces me he precipitado en el abismo negro que sé que es caminar en la oscuridad. Y cortar mil veces , diez mil veces seguidas la cabeza de la hidra, sin hacerme la ilusión de que le impido proseguir todavía y siempre su siniestro crecimiento. Años creyendo o no en un nacimiento hecho para permitirle a la muerte tomar el sol, otros para teñirla de colores violentos: nos reconocemos.

Por el momento, gran lobo marino, bogamos sobre un agua calma, clara, sólo agitada por visiones de riberas donde horrores, torturas y guerras se agitan y nos acechan. Pero nuestras olas sólo forman una vasta ondulación que respira al ritmo de nuestra locura. Luz, y la oscura pasión que nos empujará hasta el fin , siempre hasta el fin y más lejos. Allí donde te estrecho como si nuestras pieles fueran a disolverse al contacto de una con otra, hacer de nosotros un solo ser invisible.

Tu voz es clara, pero cuando viene ese velo de tristeza, cuando apenas empezado el viaje dudas nuevamente de su término, ¿cómo callarme, y cómo hablar? A su tiempo esa tristeza, mi amor, a su tiempo todavía lejano y doble. Por grande que sea la oscuridad, no hay negrura que me haga retroceder.

Tú, y todavía tú.

A fuerza de nadar en las grandes aguas negras, se aprende a flotar en la oscuridad. Boya de las peores tinieblas. Excluidas ya las vejeces humillantes, las pesadillas sanitarias; y el resto no es para ahora y ya no hay más soledad posible. ¿No has comprendido qué regalo de la vida fue que no murieras hace un año? Corte. Partida. Y lo desconocido que se tiende por muchos años todavía, si quieres explorarlo con tus ojos de niño.

Dulce confusión cuando el suelo tiembla al sol y vibras contra en alrededor de mi cuerpo.

No abandonaremos la autopista en Marsella, mi amor, ni en ninguna parte. No hay otra vuelta atrás que en espiral.”

Carol Dunlop


jueves, 24 de enero de 2013

Carta de Simone de Beauvoir a Jean Paul Sartre

Querido pequeño ser:

Quiero contarle algo extremadamente placentero e inesperado que me pasó: hace tres días me acosté con el pequeño Bost. Naturalmente fui yo quien lo propuso, el deseo era de ambos y durante el día manteníamos serias conversaciones mientras que las noches se hacían intolerablemente pesadas. Una noche lluviosa, en una granja de Tignes, estábamos tumbados de espaldas a diez centímetros uno del otro y nos estuvimos observando más de una hora, alargando con diversos pretextos el momento de ir a dormir. Al final me puse a reír tontamente mirándolo y él me dijo: “¿De que se ríe?”. Y le contesté: “Me estaba preguntando qué cara pondría si le propusiera acostarse conmigo”. Y replicó: “Yo estaba pensando que usted pensaba que tenía ganas de besarla y no me atrevía”. Remoloneamos aún un cuarto de hora más antes de que se atreviera a besarme. Le sorprendió muchísimo que le dijera que siempre había sentido muchísima ternura por él y anoche acabó por confesarme que hacía tiempo que me amaba. Le he tomado mucho cariño. Estamos pasando unos días idílicos y unas noches apasionadas. Me parece una cosa preciosa e intensa, pero es leve y tiene un lugar muy determinado en mi vida: la feliz consecuencia de una relación que siempre me había sido grata. Hasta la vista querido pequeño ser; el sábado estaré en el andén y si no estoy en el andén estaré en la cantina. Tengo ganas de pasar unas interminables semanas a solas contigo.

Te beso tiernamente,
tu Castor. 

miércoles, 23 de enero de 2013

De: Akenatón... Para: Nefertiti...

Reina de las arenas
que a tus pies
se desborda el Nilo.
Amárrame a tus cadenas
que la vida es como es
pero vivo pendiente del hilo
que me alarga las esperas.
Que todo mi reino daría
por esas caderas
y por ese cuello
que es la romería
de mi boca desbocada.
Y deshojaré el velo
que esconde tu mirada
bajo el clamor
de tu cabello al viento
para entre Karnac y Luxor
peregrinar por el amor
y el perfume de tu aliento.
Mi reina, yo te daría
la fuerza de los dioses
el compás de una letanía,
un imán entre la distancia
y los roces,
un perfume en la fragancia
de esta calma enloquecida.
Y por ti perdería la vida
naufragando en tu belleza
y tu calor.
Y tal vez no tenerte sería
mendigar con riquezas
carentes de valor.
Nefertiti, desliz
de una sábana en celo,
corazón de un final feliz
y reina de los mares del cielo

(Traducción del Poema dedicado a Nefertiti, encontrado en Egipto en el año 1830, encontrado en la antitesis de la Piedra Roseta, grabado en marmol, escrito por Akenatón y es su declaración de amor)