domingo, 20 de noviembre de 2016

Aún sin esperarte, ya te esperaba

Llegas y mi mundo colapsa,
todo se altera,
mi alma se quema.

Llegas como un terremoto, de la nada,
abres mis puertas atrancadas,
no me dejas huir,
tu cuerpo me atrapa.

Llegas haciéndome temblar,
juntando mis piezas,
derrumbando mis muros.

Llegas como una ráfaga,
etérea, arrasadora, luminosa.

Llegas sonriendo,
y las dos comillas en tus mejillas me envuelven,
me atrapan, me encierran; no dejan liberarme.

Llegas tan valiente,
irrumpiendo en mi vida con absoluta seguridad,
afirmando tu estancia,
negándote a marcharte,
no dándome otra opción que dejarte entrar.

Llegas y quiero conocerte,
que me conozcas,
descubrirnos, ir a la profundidad,
saber qué te atemoriza,
qué sueñas, qué esperas, qué quieres.

Llegas y antes de desnudar tu cuerpo,
quiero desnudar tu alma,
conocer tu llanto, tus grietas, tus huellas, tus llagas.

Llegas y tu piel me llama,
tus manos me incendian, tu boca se adueña de mí.

Llegas conquistándome cada que tus labios hablan,
tus palabras me traspasan,
tu voz me inunda,
tus actos me encantan.

Llegas tratándome como no me lo imaginaba,
haciéndome sonreír,
espantando mis miedos,
extinguiendo mis heridas.

Llegas haciendo que cada breve instante contigo se haga eterno,
vuelves los besos únicos,
los momentos excepcionales,
las risas perpetuas.

Llegas apuntándome de frente con tu amor,
tu amor que es inevitable, absoluto, urgente,
que me llena completa y enciende mi oscuridad.

Llegas y sólo quiero escribirte en cada verso,
tatuarte en cada palabra,
grabarte en mis manos,
hacerte poema.

Llegas como la poesía; inexplicable, intensa, indeleble.

Llegas y me doy cuenta que aún sin esperarte; yo ya te esperaba.


Angie Pamela González


Repentina, inesperada, luminosa, así fue tu aparición en mi vida.
Una vida de pocos altibajos, y por cierto, con más bajos que altos.
Una vida que de entrada le forzaron a pensar en estereotipos mentales y sociales, y que la historia no parecía contradecir esa inercia.
Una vida que a la vez, se vió en condiciones de analizar la lógica de aquello y no sé terminaba de convencer.
Una vida que tenía sueños que los fueron intentando mutilar poco a poco, y sin embargo, al paso del tiempo, conservaban esperanza.
La vida empeñada en presentar una realidad que no dejaba lugar a las ilusiones se enfrentó a un destino diferente.
Un destino fuera de contexto, fuera de mi realidad previa, fuera de mi pesimismo.
Un destino en el que sucedió algo fuera de estereotipos, fuera de prejuicios, más parecida a una ilusión que a una realidad: tú.


Anne Helle Sylve


Quiero un amor bonito

Un amor que me estremezca el alma, tan sólo al pensar en su nombre.
Un amor que me haga querer ser mejor, siendo yo misma.
Un amor a la antigua; que se vaya formando poco a poco de versos, de canciones, de momentos, de detalles y de besos.
Un amor que sepa que para llegar lejos, es mejor ir lento.
Un amor a fuego lento, construyéndolo día a día, dejando lo rápido, lo inmediato, lo efímero de lado.
Un amor lleno de eternidad; ya no quiero amores fugaces.
Un amor donde sólo seamos dos, dónde pudiendo elegir a cualquier otro, decidamos elegirnos solamente a nosotros..
Un amor que me observe como si se hubiera ganado un tesoro, el mejor de ellos.
Un amor que al observarlo, me haga sentir en la luna, en su luna; jugando con sus cielos, recorriendo sus estrellas e inundándome con sus galaxias.
Un amor que me haga levantarme cada día con una sonrisa, diciéndome a mí misma lo afortunada que soy.
Un amor que sea capaz de superar cualquier obstáculo, que sepa que los habrá -y además multiplicados- y que quiera estar ahí para derribarlos.
Un amor que me haga sentir segura, sin pensar en lo que pueda suceder; sólo viviendo el momento, sólo dejándonos ser.
Un amor al que no le importe el orgullo; que prefiera siempre pedir una disculpa si se equivoca, que no quiera perderme.
Un amor donde sepamos que somos imperfectos, con errores, con heridas, con grietas, y que a pesar de eso parezca que no hay nadie mejor.
Un amor que me quite los miedos apretándome con fuerza, viéndome a los ojos y llenándome de calma.
Un amor que al tocarnos sintamos fuego, que nuestros cuerpos se unan, pero que nuestras almas se encuentren.
Un amor que me quiera en mis momentos confusos y difíciles, porque ahí es cuando más lo necesitaré.
Un amor que en mis días de lluvia me haga sonreír, que busque pretextos sólo para hacerme feliz.
Un amor que quiera arrancarme la boca a besos, las dudas con abrazos y los malos recuerdos con caricias.
Un amor al que no le importe mis tonterías, y aún mejor, que las comparta.
Un amor que no le importe ser cursi, que demuestre con hechos, lo que dice con palabras.
Un amor que pueda grabar en cada letra, que sea dueño de mis frases, que se convierta en mi poesía diaria.
Un amor que parezca poesía: intenso, indeleble, imborrable.
Sabiendo que las cosas ya no duran, quiero un amor que dure hasta la muerte.
Quiero un amor bonito, con amor del bueno; como el de mis abuelos. Como el que tal vez ya encontré y no supe valorar. Quizá como el que tengo; quizá también, como el que nunca encontraré. Sólo quiero un amor bonito…


Angie Pamela González